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torno a La formación del
consenso por la Independencia...
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- La formación del consenso por la
Independencia.
- Lógica de la
ruptura del
- Juramento. Puebla,
1810-1821
- Alicia
Tecuanhuey Sandoval
- Benemérita
Universidad
Autónoma de
Puebla, 2010
-
De entre las distintas publicaciones
que han
proliferado en estas
épocas conmemorativas del
Bicentenario
de la
Independencia
y el Centenario de la
Revolución Mexicana
nos podemos
detener en la obra La
formación del consenso por la independencia.
Lógica de la
Ruptura
del
Juramento.
Puebla, 1810-1821 de Alicia Tecuanhuey Sandoval que fue publicada este
año por
el Fondo Editorial de la buap.
Las
razones para
ocuparnos aquí de esta obra son varias. En primer
término
el libro de sólo 238
páginas intenta ser una explicación global de la
dinámica política que se
desarrolló en la
Provincia
de la
Puebla
de los Ángeles, entre el momento en que se
conoció el
movimiento iniciado por
Miguel Hidalgo y Costilla el 16 de septiembre de 1810 en el pueblo de
Dolores y
el 27 de septiembre de 1821, momento en que se consuma la independencia
en la
Ciudad
de México, capital
del virreinato que se desvincula de la
Monarquía
Española.
En segundo término, hay que
decir que el
título de la obra indica con claridad que la autora
considera
como palabras
clave de su estudio, explicación e interpretación
los
conceptos “consenso” y
“juramento”. Asimismo, la historiadora
señala que
uno y otro están asociados a
procesos paralelos por los que el primero “se
forma” y en
el segundo ocurren
fracturas y quiebres, hasta llegar a la ruptura. Alicia optó
por
buscar la
explicación, que está sustentada en una
exhaustiva
documentación de fuentes
primarias y conocimiento de bibliografía especializada, en
el
campo de lo
político, claramente en el sentido del sociólogo
Pierre
Bourdieu. Esto es, el
campo de fuerzas en que se dirime quién hace uso
legítimo
del ejercicio del
poder. Campo construido y reconstruido por la tensión entre
lo
que es pensable
y lo que es lo impensable. Semejante tensión y los
conflictos
concomitantes no
pueden ser reconocidos sino por las voces de los actores individuales y
colectivos que van definiendo las fronteras de aquel campo en su juego
de
fuerzas y recomposiciones internas, a partir de la
conjunción de
diferentes
factores causales, accidentes históricos y reacciones, cuyos
efectos no
deseados resignifican valores y dan nuevos sentidos al curso de la
historia.
El abordaje de la independencia desde
la
perspectiva que adopta la autora, entonces, nos llevará por
nuevos senderos,
distintos a los presentados por los tradicionales tratamientos con que
estamos
familiarizados. Aquí no son los individuos con firmes
convicciones los que
logran hacer triunfar su causa independentista, claramente definida
desde el
arranque del acontecimiento, es decir septiembre de 1810. En contraste,
la
autora a lo largo del libro y coincidiendo con los resultados de la
historiografía especializada reciente que se ha ocupado de
ese
momento de
manera general, pone a nuestra disposición pruebas que nos
permiten imaginar que
era muy distinto el mundo provincial que vivió y
participó en el cambio por el
que el virreinato de la Nueva
España
pasó de
colonia a estado independiente, al que
ahora conocemos.
La transición de una
condición
jurídico-política a la otra implicó
para los
contemporáneos dejar de creer que
su sociedad era un cuerpo orgánico –la
monarquía
plural española– en el que
todas las partes –los reinos–tenían
igual
importancia y la cabeza –el rey–
ocupaba la posición de dirección del cuerpo, en
completo
y absoluto ejercicio
de la soberanía, porque representaba al Padre protector y
justo.
El derrumbe de
esa creencia, sacralizada por la fe religiosa de un catolicismo que
también era
distinto al presente, tampoco fue resultado del triunfo de la Verdad
que
defendía algunos
sobre la
Mentira
que querían mantener otros. Para recorrer ese
tránsito
sus miembros tuvieron
que vivir una experiencia sin precedente. Enfrentar situaciones que no
gestaron; improvisar respuestas y recursos para defender el orden
material y
simbólico que conocían; vivir los temores y
exaltación de ánimos por la
movilización de ejércitos; constatar el horror y
desastre
a que conducía la
guerra interna en la que se defendieron hasta 1813 los mismos
símbolos; anhelar
desesperadamente soluciones políticas que les restituyeran
su
mundo, entonces
convulsionado; así como vivir la sensación de
orfandad.
El problema político de
separarse de la
monarquía española y romper el juramento de
obediencia al
rey español que en
1810 estaba bien afianzado, implicó, en resumen, un
trastorno en
el nivel del
mundo mental en el que habían vivido los poblanos y
novohispanos
hasta
entonces. Así, la autora nos mostrará
cómo la
ciudad de la
Puebla
de los Ángeles, la
capital de la segunda provincia en importancia del virreinato de la Nueva
España,
que dos
días antes del Grito de Dolores permanecía en un
clima de
aparente calma, fue
sacudida junto a sus habitantes, corporaciones, estamentos y pueblos
sobre los
que ejercía formalmente dominio por sucesivos
“sismos” que no propiciaron. Nos
referimos al estallido y difusión del movimiento insurgente
que
pronto prendió
en la provincia poblana y que hizo de ella un escenario privilegiado de
la
disputa y la guerra hasta 1816 –con sus altibajos. A la
transformación
institucional que vivió la monarquía entre 1809 y
1814
para cubrir el vacío de
poder que dejó la abdicación de Fernando vii y
toda la familia Borbón
al
trono
español, ante Napoleón Bonaparte. Por ella, no
sólo los americanos, en que se
incluyeron los poblanos, se incorporaron por vez primera a las
instancias
representativas de la nación española emergente
simultáneamente; también
participaron del primer experimento constitucional que
abatió a
la monarquía
española y dio nacimiento a la monarquía
constitucional.
Ulteriores sismos fueron
las consecuencias de la restitución del absolutismo
español por el rey legítimo
español Fernando vii,
el Deseado,
una vez liberado en 1814 y la vuelta constitucional de 1820.
Las alteraciones en el orden
estamental
y jerarquías políticas y territoriales que
originaron
estas sacudidas
provocaron obviamente reacciones locales. Si por ellas podemos advertir
el
despliegue de la
Puebla
hispanófila, como ciudad y para la mayoría de
pueblos que
conformaban la
provincia, también la autora nos descubrirá que
esa
fidelidad no fue
absolutista. Es en este matiz en donde podremos descubrir un camino por
el que
los temores y la zozobra privilegiaron las soluciones
políticas,
el esfuerzo
por la conservación de la cultura material, así
como la
incorporación de nuevos
y variados repertorios culturales y lenguajes políticos
ilustrados,
esencialmente. El trastrocamiento de conductas, instituciones y
liderazgos,
originaron aquella conmoción en el mundo mental. De
ahí
que el libro resulte
sugerente y provocativo.
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