Y
tú, lector ¿crees que
existen la mente y el cuerpo? Voy a adivinar: claro que crees.
Bienvenido a la mayoría intelectual, universal y
democrática. Todos creemos aunque no sepamos. Hay mente y
hay
cuerpo, o mejor dicho, cerebro, que debe concebirse como
órgano
superior, pero parte del sistema nervioso. De que hay mente y cuerpo,
ni duda cabe. Son cosas reales y verdaderas, y no me vengan a jeringar
preguntando cuál es la significación de realidad,
de
verdad y hasta de cosa. Pero como no faltan insidiosos, me adelanto.
Empezaré por el final, que siempre es lo más
conveniente.
LAS
PALABRAS Y SUS TRAMPAS
El significado de cosa no es cualquier cosa sino “todo lo que
tiene entidad, ya sea corporal o espiritual, natural o artificial, real
o abstracta” según nos enseña el muy
real
Diccionario de la Real Academia Española (
DRAE).
Como lo leen. Cosa es todo. Más claro ni el agua.
Precisión absoluta. Pero el insidioso porfiado
quizá
sonría y señale el muy taimado que en la
definición de cosa aparece de nuevo la palabra real, que no
ha
sido definida, y quizá más grave aún
para este
amigo de la insidia sea la introducción de la palabra
espiritual, cuya significación, la verdad, nunca me ha
quedado
limpia de paja. Así que vuelvo al
DRAE
para
iluminarme. Espiritual es lo relativo al espíritu, y
éste
es: “1. Ser inmaterial y dotado de razón. 2. Alma
racional. 3. Don sobrenatural y gracia particular que Dios suele dar a
algunas criaturas”. Confieso que con esto trastabilleo, caigo
y
me sumerjo en el
DRAE.
Razón es la capacidad de
discurrir, es decir, de inventar, inferir y conjeturar. Me rindo.
Auxilio, artífices del
DRAE.
Supongo que Dios es
inmaterial y dotado de razón, la razón suprema,
claro.
¿Dios inventa, infiere y conjetura? ¿Y
cómo es que
Dios concede la gracia del espíritu sólo a
algunas
criaturas? ¡Pero qué poco democrático!
Y por favor,
señores del
DRAE,
díganme a qué
criaturas se refieren. ¿Puede un ajolote estar dotado de
espíritu? Pero me estoy desviando. Vamos a lo que importa:
mente
y cerebro.
LA
MENTE Y EL CEREBRO COMO
SUSTANCIAS DISTINTAS
Según la última edición del
DRAE,
cerebro es “Uno de los centros nerviosos constitutivos del
encéfalo, existente en todos los vertebrados y situado en la
parte anterior y superior de la cavidad craneal”. Eso es el
cerebro para el
DRAE:
una cosa que tenemos en la
cabeza. La explicación es concisa y pedestre. El
DRAE
no es una enciclopedia, pero es imperdonable que con una palabra
abandere idea tan ramplona. Podría ampliar explicaciones
importantes sin salirse de su canon. El problema es a qué le
concede importancia. A la palabra cerebro le dedica 13
líneas (y
a la de mente 8) pero a alma le dedica casi 200.
El significado de la palabra mente en el
DRAE
es más oscuro que el de cerebro. Mente es, en primera
acepción, “Potencia intelectual del
alma”; en la
segunda es “Designio, pensamiento, propósito,
voluntad”, y en la tercera, “Conjunto de las
actividades o
procesos psíquicos conscientes o inconscientes”.
En suma,
todos los procesos cerebrales son atributos del alma, y para que no
haya dudas, intelectual quiere decir “Espiritual,
incorporal”. Parecería que la mente, que no es
corporal,
no tiene que ver con el cerebro, que sí lo es.
Pero el
DRAE
tropieza con
inconsistencias cuando
dice que alma es “Sustancia espiritual e inmortal, capaz de
entender, querer y sentir, que informa al cuerpo humano y con
él
constituye la esencia del hombre”. Ojo: no es el cuerpo (el
cerebro) el que entiende, quiere y siente, sino el alma, que debe estar
llena, entre otras cosas, de receptores sensoriales. La
relación
entre alma y cerebro que da el
DRAE
expresa un dualismo
religioso, pero
lo intelectual, que es espiritual e incorporal, sí tiene que
ver
con ese centro nervioso que tenemos en la cabeza, aunque
éste
esté subordinado al alma. No se hagan bolas. Lo cierto es
que
desde Descartes hasta los contemporáneos dualistas, que son
mayoría, se cree que el cuerpo y el alma (o el ser) son
sustancias distintas.
Hay varias corrientes dualistas respecto
al
problema mente-cerebro. La tradicional cartesiana es
algo
más moderna que la que implica el
DRAE.
En su
cuarta y sexta
meditaciones, que tratan del problema mente-cuerpo, Descartes describe
cómo la excitación nerviosa inducida por
estímulos externos llega al cerebro y éste
informa al alma.
Para aceptar el dualismo sólo
hace falta
creer en el alma. Esa
es la ventaja del primitivo pensamiento mágico-religioso. La
creencia simplifica todo. No requiere de demostraciones materiales, y
si algo no se entiende es porque su naturaleza es inescrutable. Y se
acabó. A callar los descreídos
científicos
materialistas, que tienen más problemas que los dualistas
para
explicar la relación mente-cerebro. Pues
sí. Para
aceptar una explicación científica, para empezar
ha de
estar condicionada por un marco teórico sustentable, y para
terminar ha de haber acuerdo entre las inferencias de la
explicación y los procesos que ocurren en lo que llamamos
realidad. Hay más de una tesis materialista sobre la
relación o interacción mente-cerebro. La
hipótesis
más popular entre quienes se asumen materialistas, es que la
mente resulta de la actividad cerebral, lo que equivale a decir que lo
intelectual resulta de procesos materiales. Este materialismo en
realidad comparte una posición dualista, pues
sólo
invierte la relación de dependencia entre cerebro y mente,
pero
el problema es la forma en que se relacionan la sustancia material (el
cerebro) con la inmaterial (la mente). Otra tesis, el monismo,
radicalmente materialista, afirma que los procesos mentales y ciertos
procesos del sistema nervioso son uno y lo mismo con manifestaciones
distintas. La unicidad de manifestaciones distintas, pero inseparables
es regla del mundo material. Por ejemplo, el movimiento de las
partículas gaseosas y el calor del gas (medido como
temperatura)
son inseparables. Si cambia el uno, cambia el otro. Son la misma cosa
que también puede manifestarse como presión. El
movimiento es un proceso que ocurre en la materia –las
partículas– pero el calor, como la
presión o lo
mental, no es sustancia material. En todo caso, su naturaleza es el
movimiento mismo. Modernamente se define calor como
“energía en tránsito” entre
dos cuerpos.
¿Será la mente energía en
tránsito en el
sistema nervioso?
PROCESOS,
NO COSAS
Te invito, lector, a meterte en este embrollo.
¿Cómo se
relacionan o interaccionan mente y cerebro? Para intentar dar alguna
respuesta nos enfrentamos a problemas que empiezan con los conceptos
primarios que abanderan las palabras “mente” y
“cuerpo”, que no son cosas sino procesos. Partamos
pues de
la idea de que hay procesos mentales y procesos cerebrales. Estos
últimos tienen manifestaciones materiales que como tales son
estudiadas. En cuanto a los procesos mentales,
quizá
sólo pueden ser estudiados en términos
“mentalísticos”, puesto que,
según alguna
escuela, la única evidencia directa que tenemos de la mente
es
la propia. Esto nunca ha sido cierto y ahora menos que nunca.
Al
menos conocemos aspectos de otras mentes porque todas se expresan de
manera similar mediante comunicación diversa en lenguajes
comunes. Ciertamente no tenemos evidencias directas de esas mentes y
hacemos inferencias sobre ellas, pero en eso consiste el procedimiento
científico: en hacer inferencias y contrastar las
predicciones
inferidas con los acontecimientos observados, que por cierto
sólo son observables cuando se dispone de un marco
teórico construido con inferencias. Ahora podemos
correlacionar
manifestaciones de procesos mentales con las de procesos cerebrales
mediante la tomografía cerebral por emisión de
positrones
(
PET).
Este procedimiento permite saber qué
áreas
cerebrales se ponen en actividad durante la ejecución de
determinado proceso mental. Una especie de tomografía de la
mente. Los avances son extraordinarios y sin duda
continuarán.
Por ejemplo, se han distinguido diferencias en las áreas de
la
corteza cerebral que se ponen en juego en un sujeto cuando verbaliza lo
que piensa y cuando verbaliza lo que lee. Entonces, el investigador
puede saber viendo una imagen instrumental si el sujeto piensa o lee.
Conoceremos la mente conociendo el cuerpo.
El
PET
y las maniobras asociadas dan
una imagen del proceso
cerebromental. Los miembros de la dualidad son biunívocos.
Leer
es que funcionen tales estructuras, pensar, que funcionen
aquéllas, imaginar, aquéllas otras. Eso es la
mente: el
funcionamiento de estructuras cerebrales. Newton no se
preguntó
qué es la fuerza en sí ni cuál es su
naturaleza.
Se preguntó sobre su equivalencia con sus manifestaciones.
Fuerza es lo que produce aceleración al actuar sobre una
masa.
ISOMORFISMO
Los procesos mentales y los cerebrales son dos conjuntos de procesos
isomórficos. Cada proceso (proceso elemental) de un conjunto
se
corresponde biunívocamente con un proceso elemental del
otro.
Los conjuntos isomórficos son mapas biunívocos
sin
ambigüedad. En matemáticas son muy
útiles para
conocer las propiedades de un conjunto a través de las del
otro.
En “neurosicología
mentalística”
también funcionan bien.
ISOMORFISMO
INTERACTIVO
CEREBROMENTAL
Vayamos más allá del isomorfismo
matemático. De un
par isomórfico, uno de los conjuntos puede ser eliminado sin
eliminar al otro, y las propiedades de ambos son independientes de las
del otro aunque se correspondan. En los procesos cerebromentales
quizá estemos ante un isomorfismo de conjuntos
interdependientes. Si se elimina o se altera uno, se elimina o se
altera su complemento. Los procesos en cada conjunto interaccionan
consigo y con los del conjunto isomórfico; las interacciones
pueden ser lo suficientemente fuertes como para constituir procesos
elementales nuevos. Procesos e interacciones cambian en el tiempo.
Cuando se mantienen constantes se configura un estado cerebromental
(
ECM).
Cuando el estado de un conjunto cambia, la del
otro
también y de manera biunívoca. De manera
esquemática y unitaria, tomemos C1 como proceso elemental de
un
conjunto que se corresponde con M1 en el par isomórfico
(estado
CM1). Si C1 cambia a C2, M1 cambia a M2 (
ECM2).
Son los estados los que definen el
proceso
integrado. No hay
primacía de un conjunto sobre otro. Sabemos que los cambios
cerebrales se acompañan de cambios mentales y que ambos
cambian
conjuntamente con la experiencia. Sólo hay un conjunto: el
estado cerebromental. No hay par sino estados cerebromentales con
manifestaciones distintas. Los procesos mentales y los cerebrales se
construyen y se modifican juntos en sus interacciones. Debe
reconocerse, sin embargo, que la única sustancia es
material,
como en el caso del movimiento elemental y el calor en un gas.
E. J.
Muñoz-Martínez
Depto.
de Fisiología
Biofísica y Neurociencias, CINVESTAV, IPN
jmunoz@fisio.cinvestav.mx