Si
pudiéramos inhalar
o comer algo que por cinco o seis horas cada día aboliera
nuestra soledad como individuos, reconciliándonos con el
prójimo en una brillante exaltación de
cariño y
realizando la vida en todos sus aspectos, no sólo en el
valor de
vivirla, divina, hermosa e importante, y si esta droga celestial que
transfigura el mundo fuera tal que pudiésemos despertar al
día siguiente con la cabeza clara y sin daños,
esto, me
parece, podría resolver totalmente todos nuestros problemas
(y
no simplemente el pequeño problema de descubrir un nuevo
placer)
y la tierra podría llegar a convertirse en un verdadero
paraíso.
ALDOUS
HUXLEY
(1894-1963)*
Las preparaciones curativas obtenidas de la planta de la amapola
Papaver somniferum
de la que se
extrae el opio han sido utilizadas desde hace cientos de
años
para aliviar el dolor. El cultivo de amapola está
documentado ya
en Mesopotamia (3400
AC).
Los sumerios la
referían como la planta de la felicidad (
Hul Gil).
El cultivo de la amapola
pasó de los sumerios a los asirios, continuó con
los
babilonios y finalmente su conocimiento llegó a los
egipcios. En
Grecia, Hipócrates (460
AC),
“padre de la
medicina”, reconoció su uso como
narcótico y
recomendó su empleo en el tratamiento de enfermedades de
mujeres
y en epidemias. Para el año 1020 Avicenia la
consideró
como el más poderoso de los estupefacientes y, alrededor del
año 1500, los portugueses introdujeron en Europa el
hábito de fumar el opio. Ya para inicios del siglo
XVII
barcos de Elizabeth I transportaban opio a Inglaterra y a mediados del
mismo siglo la Compañía Inglesa de las Indias
Orientales
tomó el control de la producción de opio en la
India
asumiendo, en 1793, el monopolio del mercado del opio. Linneo
(1707-1778) clasificó a la amapola como
Papaver somniferum
–inductora
de sueño– en su libro
Genera
Plantarum (1737).
En 1803, el farmacólogo alemán W.
Sertürner
(1783-1841) purificó a la morfina, que es el principal
constituyente alcaloide de los extractos de opio y el responsable de
producir su efecto analgésico. La denominó como
morfina
en honor a Morfeo –dios del sueño–. En
1827, E.
Merck & Company, de Darmstadt en Alemania, inició la
producción y comercialización de la morfina. En
1874, el
químico londinense Alder Wright descubrió la
heroína, la cual fue sintetizada y comercializada como
tratamiento para diversos males pulmonares por la
compañía Bayer en el año de 1897. No
fue sino
hasta 1925 cuando Gulland y Robinson demostraron la estructura
química de la morfina. Desde entonces se han producido
distintas
substancias químicas derivadas de la morfina y se
inició
el descubrimiento de los opioides endógenos, así
como de
compuestos capaces de antagonizar su actividad, abriendo uno de los
campos de mayor interés en la neurociencia
contemporánea.
DESCUBRIMIENTO
DE LAS
ENDORFINAS
La idea de que en los animales superiores existen receptores a opioides
deriva del descubrimiento de que la naloxona tritiada (radioactiva)
desplaza a la morfina de sus sitios de unión. Estos
resultados
fueron corroborados cuando se demostró la presencia de
receptores opiáceos en el íleon del cobayo y en
el
conducto deferente del ratón.
1
Estudios posteriores demostraron que la estimulación de la
substancia gris periacueductal producía analgesia,
resultados
que llevaron a pensar que existía en el cerebro una
substancia
endógena “similar a la morfina”
2
y que el efecto de la morfina era revertido por la
administración de naloxona.
3
En
experimentos con homogenados de cerebro de cerdo, se
encontró
una substancia que en el íleon de cobayo producía
efectos
similares a los de la morfina; se trataba de oligopéptidos
que
difieren sólo en el aminoácido C-terminal que,
por
encontrarse en el cerebro, fueron denominadas encefalinas:
metionina-encefalina (Tyr-Gly-Gly-Phe-Met) y leucina-encefalina
(Tyr-Gly-Gly-Phe-Leu).
4
Este descubrimiento
marca un hito en la historia de la neurobiología. A partir
del
uso tradicional del opio se llegó hasta el hallazgo de que
existen substancias en el cerebro que realizan una función
específica que es “usurpada” por
alcaloides
derivados de la planta de la amapola (Figura 1). Posteriormente se ha
demostrado que este caso no es único y que
también la
planta de la mariguana y su principal producto activo, el
delta-9-tetrahidrocannabinol, se une en el cerebro a receptores
específicos para los que existen ligandos
endógenos
denominados endocannabinoides.
5
FIGURA
1.
Los péptidos opioides
pueden tener su origen en las plantas, particularmente en la amapola,
pero no exclusivamente. Existen en animales en toda la escala
filogenética, desde los moluscos hasta los
mamíferos
superiores, y pueden ser sintetizados en el laboratorio
obteniéndose substancias de muy alta especificidad.
En el año de 1974, el grupo de Goldstein
identificó una
substancia, también de tipo polipeptídico, en la
glándula pituitaria (hipófisis) de bovino a la
que
denominaron
b-endorfina.
Posteriormente se caracterizó a la
b-endorfina
como un péptido
de treinta y un aminoácidos que se une a los receptores
opioides
y que tiene un potente efecto analgésico.
6
Finalmente se descubrió una tercera clase de
péptidos
opioides, las dinorfinas.
7
La
purificación de la dinorfina A demostró que es un
péptido de diecisiete aminoácidos.
8
Como ya dijimos, el descubrimiento de las encefalinas
9
en la primera mitad de la década de los setenta
sentó las
bases para el desarrollo de un importante campo de conocimiento del
sistema nervioso central que ha llevado al descubrimiento de
más
de cuarenta péptidos neuroactivos.
Actualmente se sabe que los péptidos neuroactivos son
sintetizados a partir de moléculas precursoras; se ha
identificado a cuatro proteínas precursoras de los
péptidos opioides (Figura 2): la proopiomelanocortina (
POMC),
la proencefalina A (
PENK)
y la prodinorfina o
proencefalina B (
PDYN),
y recientemente se
encontró a la pronociceptina/orfanina
FQ
(
PNOC).
10
FIGURA
2.
Esquema de los genes que codifican para péptidos opioides.
En A,
se observa la preproopiomelanocortina (PPOMC)
y sus
fragmentos b-endorfina,
hormona estimulante de los melanocitos a, b
y g
(a, b
y g-MSH),
hormona
adrenocorticotrópica (ACTH)
y hormona
lipotrópica b
(b-LPH).
En B, la
preproencefalina (PPENK)
y sus fragmentos
metionina-encefalina (Met-enk), leucina-encefalina (Leu-enk),
péptido E y F. En C, la preprodinorfina (PPDYN)
y
sus fragmentos a
y b
neoendorfina, dinorfina A, B y
1-8 (DinA, DinB y Din1-8). Y en D la prepronociceptina (PPNOC)
y sus fragmentos nocistatina, nociceptina y prepronociceptina154-181,
(PPNOC 154-181).
(Modificado
de Feldman y cols., 1997.)
La proopiomelanocortina contiene 265 aminoácidos. De su
procesamiento postraduccional en la hipófisis se genera la
hormona adenocorticotrópica (
ACTH),
la hormona
estimulante de los melanocitos (
a-
MSH,
b-
MSH,
g-
MSH)
y la beta lipotropina (
b-
LPH),
las cuales
no tienen actividad opioide. A partir del fragmento de
b-
LPH
se producen
la
b-endorfina
(b-end) y la
met-encefalina (met-enk), conocidas como potentes opioides.
Los péptidos de naturaleza opioide producidos por la
proencefalina se encuentran ampliamente distribuidos en el sistema
nervioso, desde la corteza hasta la médula espinal. La
proencefalina contiene cuatro copias de Met-encefalina, una
Leu-encefalina, una Met-encefalina-Arg
6-Phe
7
y una Met-encefalina-Arg
6-Glu
2-Leu
8.
El gene de la prodinorfina es una prohormona de 254
aminoácidos
la cual, al ser cortada enzimáticamente, puede producir tres
copias de Leu-encefalina, o bien una copia de dinofina A, dinorfina B,
a
neoendorfina y
b
neoendorfina.
Del nuevo precursor pronociceptina se obtienen tres
péptidos,
una copia de nociceptina/orfanina
FQ
(noc/o
FQ),
una de nocistatina (prepronociceptina
125-132)
y una de prepronociceptina
154-181.
11
MORFINA
ENDÓGENA
Curiosamente, estudios posteriores han demostrado que el cerebro humano
y varios otros órganos producen morfina como tal. De hecho,
se
ha encontrado que el mecanismo de producción de esta morfina
endógena en animales superiores es muy parecido, desde el
punto
de vista bioquímico, al que se encuentra en las plantas con
producción de otros alcaloides como la codeína y
la
tebaína.
12
En el cerebro, las terminales nerviosas en la corteza cerebral, los
núcleos caudado y putamen, el hipocampo y las
células
granulares del cerebelo presentan inmunorreactividad a morfina.
13
Dicha morfina parece liberarse de las terminales sinápticas
en
función de la concentración de calcio
intracelular.
Se ha propuesto que este sistema bioquímico de
comunicación intercelular mediado por la morfina
está
relacionado con la nocicepción y con la amnesia relacionada
con
eventos estresantes. Se ha demostrado que su inactivación
mediante anticuerpos específicos antimorfina induce una
disminución en el umbral al dolor en ratas y que, en pruebas
de
evitación pasiva, también en ratas, la
inactivación de este sistema evita el decremento en la
adquisición del condicionamiento que se asocia al
estrés.
De hecho, la idea es que en el hipocampo la producción de
esta
morfina endógena disminuye la capacidad del sujeto para
aprender
y recordar eventos en condiciones de estrés.
14
De algún modo en el hombre, si es que este sistema es
análogo al de la rata, estaría relacionado con el
manejo
de situaciones estresantes. No es fácil resistir la
tentación de imaginar que este proceso esté
relacionado
con la represión subconsciente establecida en la
teoría
freudiana.
Un caso extremo de acoplamiento evolutivo que utiliza a este sistema de
neuromensajeros y que ilustra su potencial es el del
Ascaris summ,
parásito de
los mamíferos que produce importantes cantidades de morfina,
de
forma tal que su presencia no produce ninguna molestia
–cuando no
cierto placer– ya que la morfina deprime la respuesta inmune
del
hospedero, asegurando así para el parásito
productor de
morfina una larga y tranquila estancia en el organismo de su hospedero .
15
Cabe hacer una nota de cautela respecto a la existencia de la morfina
endógena en los tejidos de mamíferos, ya que
algunos
autores consideran que dicha morfina no es producida en el organismo a
partir de elementos más simples –
de novo–,
sino que es
derivada de algunos productos de la dieta que contienen morfina, o
debida a la existencia de parásitos productores de morfina
en
los tejidos.
16,17
RECEPTORES
A PÉPTIDOS
OPIODES
Estudios farmacológicos llevaron a la conclusión
de que
existen diversos tipos de receptores a opioides.
1,
9, 18,
19, 20
Inicialmente se propusieron tres tipos de
receptores a los opioides:
m,
para los receptores a los que se unen compuestos similares a la morfina;
k,
para los receptores a los que
se unen compuestos como la ketazocina y
g,
para los receptores a los que
se unen drogas como la N’alilnormetazocina. Además
de
estos receptores, Kosterlitz y sus colaboradores aportaron evidencias
de un cuarto receptor al que denominaron
d.
21
Estudios posteriores corroboraron que los receptores
m,
d
y
k
eran sitios de unión
específicos y que se encontraban ampliamente distribuidos en
el
sistema nervioso central de diferentes especies animales (Tabla I).
Para los receptores
g
no
existen evidencias tan claras de su existencia y han quedado desechados
de la clasificación principal.
Tabla I.
Agonistas y antagonistas
de receptores a opioides.
1
H-Tyr-D-Ala-Phe-Gly.
2
H-Tyr-Pro-Phe-Pro-NH2.
3Ácido
1, 2, 3,
4-tetrahidroisoquinolina-3-carboxílico (Tic).
4
Los derivados de Dmt y Tic
forman un amplio grupo de antagonistas con alta selectividad y potencia
para los receptores d
(Bryant y cols., 1998). Los
dos que señalamos
son los que mantienen una buena relación entre potencia y
selectividad.
5
2’,
6’-dimetiltirosina (Dmt), DAMGO:
Tyr-DAla-Gly-[NMetPhe]-NH(CH2)2-OH
mismo que [D-Ala2,N-Me-Phe4,Gly-ol5]-Encefalina-DAGO,
ctop: DPhe-Cys-Tyr-DTrp-lys-Thr-Pen-Thr-NH2, U50488:
trans-(±)-3,4-dicloro-N-Methyl-N-[2(1-pyrrol-idinyl)-ciclohexil-benzeneacetamida,
U69593:5a,7a,b-(-)-N-Metil-N-[7-(pirrolidinil-1-oxaspiro(4,
5)dec-8-yl]benzeno acetamida, C1977: (5R)-(5a,7a,8b)-N-Metil-N(7-[1-pirrolidinil]-1-oxaspirol[4,
5]dec-8-yl)-4-benzofuranacetamida mono hidrocloruro.
El receptor
m
se define
operacionalmente como el sitio de alta afinidad en que los opioides
producen analgesia, aumento del tono muscular, constipación,
oliguria, fuerte depresión respiratoria e intensa
dependencia
física. La morfina se une principalmente al receptor
m
y sus efectos son antagonizados
por la naloxona. Se han identificado dos tipos de receptores
m:
el
m1,
de
alta afinidad a la morfina y que se encuentra principalmente en el
sistema nervioso central, y el
m2,
de baja afinidad a la morfina, descrito en el sistema nervioso
periférico.
22
Se ha clonado un tercer
subtipo de receptor
m,
el
receptor
m3
que parece específico para la unión de morfina
endógena.
Recientemente, en estudios en el cerebro de humanos y de bovinos, se ha
reportado la existencia de dos péptidos endógenos
de alta
selectividad y afinidad para los receptores
m:
la endomorfina 1
(Tyr-Pro-Trp-Phe-NH
2)
y la endomorfina 2
(Tyr-Pro-Phe-Phe-NH
2).
Estos dos nuevos
péptidos han demostrado un potente poder
analgésico.
23
En la médula espinal, los péptidos opioides
están
presentes en grandes concentraciones. A este nivel las encefalinas
ejercen una de sus principales funciones que es el control de la
aferencia nociceptiva. La activación de receptores
m
produce una modulación
inhibitoria de las corrientes de calcio dependientes de voltaje,
modulando así muy probablemente la liberación de
otros
neurotransmisores.
El receptor
d
tiene gran
afinidad por todos los péptidos derivados de la
proencefalina. A
este receptor se unen principalmente las encefalinas, seguidas por el
octapéptido que tiene igual afinidad por el receptor
m,
y finalmente la dinorfina 1-8.
La naltrexona, fue el primer antagonista selectivo y potente del
receptor
d
que se ha
sintetizado. La deltorfina es un péptido opioide descubierto
en
la piel de los anfibios y también se une al receptor
d.
24
Con base en la potencia de los agonistas se ha sugerido la existencia
de dos subtipos de receptores
d.
El receptor
d1,
al que se une con alta afinidad la [D-pen, D-pen]encefalina (
DPDPE)
y el
d2
que tiene como agonista preferencial a la [D-Ser,
Leu]encefalina-trionina (
DSLET).
25
Los receptores
d
juegan un
papel importante en la depresión respiratoria y no parecen
participar en la producción de analgesia. En diversos
sistemas
celulares se ha demostrado que los receptores
d
modulan la excitabilidad celular
modificando corrientes iónicas de membrana.
Los receptores
k
se han
postulado para drogas del tipo de la ketazocina; su acción
analgésica es pobre. El primer agonista para el receptor
k
fue descrito por el grupo de
Kosterlitz en 1981. Ellos encontraron que cuando un péptido
crece en longitud hacia el carboxilo terminal de la leu-encefalina va
perdiendo selectividad por el receptor
d
e incrementándola hacia
el
k.
La dinorfina, la alfa
y la beta-neoendorfina son agonistas de estos receptores.
Posteriormente se han descrito tres tipos de receptores
k:
el
k1,
al
que se une el U50488, y los receptores
k2
y
k3,
que
ligan preferencialmente al benzomorfán.
Los receptores
k
participan
en funciones como la diuresis, la nocicepción, la
alimentación y las secreciones endócrinas. El
U50488, que
es un agonista del receptor
k,
modula en forma inhibitoria a los canales de calcio en las neuronas de
los ganglios de la raíz dorsal, lo que indica su papel en el
control de la aferencia sensorial. En las células ciliadas
del
sistema vestibular y en las células cocleares del
oído
interno, los receptores
k
modulan negativamente la corriente de calcio (Figura 3), contribuyendo
al control del flujo de información al sistema nervioso
central.
26
FIGURA
3.
Modulación de la corriente de calcio en las
células
cocleares externas por la activación de receptores opioides
tipo k.
En A,
microfotografía de una célula aislada de la
cóclea
de la rata. En B se observa un registro de la corriente de calcio en
condición control y luego de la aplicación de
U-50488 en
concentración 0.1 mM.
En relación con el uso de las drogas es especialmente
notable el
hecho de que algunos agonistas de los receptores opioides
k
tienen un
notable potencial alucinogénico. En particular, en
años
recientes se ha demostrado que la salvinorina-A, que es el principal
producto activo de la
Salvia
divinorum (hojas de pastora o
hierba de la
virgen) es un potente agonista de los receptores
k,
y que es la
activación de dichos receptores lo que explica el alto
potencial
alucinogénico de la
Salvia
divinorum.
24
La clonación de los genes que codifican los
péptidos
opioides ha proporcionado pruebas claras de la existencia de los
receptores
m,
d,
y
k.
La clonación del
receptor
d
dio como
resultado la identificación de las subfamilias de genes de
los
diferentes receptores. Las secuencias del receptor
d
codifican
proteínas con siete dominios hidrofóbicos
transmembranales similares a los encontrados en otros receptores
acoplados a proteínas G.
28
Los
estudios moleculares han
permitido la identificación de una nueva secuencia para otro
miembro de la familia de receptores opioides. Debido a que al momento
de identificar esta nueva secuencia no se conocía su ligando
endógeno se le denominó receptor parecido a
opioide 1 o
huérfano (
ORL-1
por sus siglas en inglés).
29
El receptor
ORL-1
presenta una homología de
entre 63 y 65% en su secuencia
de aminoácidos con respecto a los otros tres receptores,
pero su
segunda asa extracelular posee una característica
ácida
que lo asemeja más al receptor
k.
Posteriormente se
encontró un péptido de 17 aminoácidos,
denominado
nociceptina
30
u orfanina
FQ
el cual fue identificado como el agonista
endógeno, selectivo para este receptor. No obstante las
similitudes estructurales del
ORL-1
con los otros
receptores a opioides
y la nociceptina con los péptidos opioides (especialmente la
dinorfina A), la noc/o
FQ
y su receptor constituyen un
nuevo sistema de
neurotransmisión, ya que se ha mostrado como regulador de un
gran número de procesos conductuales y
fisiológicos.
Farmacológicamente la noc/o
FQ
es única,
ya que se ha
reportado que produce hiperalgesia, o en otras preparaciones o
condiciones experimentales, analgesia. La noc/o
FQ
tiene propiedades
ansiolíticas y participa en el aprendizaje espacial,
además incrementa la ingesta de alimento, reduce la
presión y la frecuencia cardiaca y produce diuresis.
FIGURA
4.
Estructura del receptor d;
cada círculo representa un
aminoácido. La barra negra representa la membrana celular.
Los
siete dominios transmembranales son típicos de receptores
acoplados a proteínas G, con la terminal amino en la
región extracelular y la carboxi en la intracelular. Los
círculos obscuros representan sitios de
fosforilación
para proteínas cinasas A y C (PKA
y PKC).
Abajo, la
activación de un receptor opioide (m)
por la morfina, por
ejemplo, produce una cascada de segundos mensajeros que inicia con la
activación de una proteína G que puede modular
directamente canales iónicos de la membrana celular o
activar la
adenilato ciclasa. Esto produce un aumento en los niveles de adenosin
monofosfato cíclico (CAMP)
lo cual a su vez
modula la actividad
de la proteín cinasa A (PKA).
La PKA
regula diversos procesos
celulares, es capaz de modificar la actividad de canales
iónicos
y de regular la expresión genética
uniéndose a la
proteína CREB
y a otros reguladores de
expresión
genética.
Los receptores opioides pertenecen a la familia de receptores acoplados
a proteínas G (Figura 4), modulan conductancias de canales
iónicos en la membrana celular modificando asi la
excitabilidad
celular.
31
Sus acciones a nivel celular son
mediadas por segundos
mensajeros cuya activación produce muy diversas
modificaciones
tanto de la excitabilidad celular como del metabolismo y la
expresión genética.
La activación de receptores a opioides involucra segundos
mensajeros celulares entre los que se encuentran: la
activación
de fosfolipasa A
2
(
PLA2);
la fosfolipasa C
b
(
PLCb),
posiblemente a
través de la activación directa de la subunidad
bg
de la
proteína G e incrementan la actividad de la cinasa
MAP.
En
algunos casos, participan en la potenciación de corrientes
glutamatérgicas por medio de la proteína cinasa C
(
PKC)
o
bien, inhiben la liberación de neurotransmisor (Figura 4).
USOS
MÉDICOS Y
ADICCIÓN A LOS OPIOIDES
Durante el siglo
XIX
el uso de opiáceos y de la
cocaína
fue relativamente difuso, y ambas, la cocaína y la tintura
de
opio fueron consideradas como fármacos sumamente
útiles.
Sin embargo, tal como ya mencionamos, la morfina fue identificada a
principios del siglo
XIX
y, en 1874, se
sintetizó la
acetilmorfina (heroína) que fue introducida al mercado en
1898
por la compañía Bayer (Figura 5). Su uso y los
reportes
de adicciones (incluyendo los de algunos notables como Coleridge y de
Quincey, entre otros) llevaron a un cambio significativo en la actitud
de la sociedad ante estas substancias, que pasó de una
cierta
aceptación a una completa intolerancia para las primeras
décadas del siglo
XX.
FIGURA
5. Jarabe
para la tos a base de heroína. Fue introducido
por la compañía Bayer en 1898.
El opio es un exudado que se obtiene de las cápsulas de la
semilla de la planta de la amapola (
Papaver
somniferum). Los
principales narcóticos opioides cuyo uso está
severamente
restringido en la actualidad son: heroína, morfina,
codeína, hidrocodeína, hidroximorfina,
oxicodeína,
metadona, fentanil y sus análogos. Los opioides tienen su
principal uso médico en la terapia del dolor, en el
tratamiento
de la tos, la diarrea y como anestésicos. Después
del
siglo
XVI,
el opio era ampliamente consumido en Europa,
frecuentemente
bajo la forma de láudano, solución
quizás
inventada por Paracelso. En 1660 Thomas Sydenham creó el
láudano de Sydenham y popularizó la siguiente
receta:
Tómese
vino de
España, una libra; opio, dos onzas;
azafrán, una onza; canela y clavo en polvo, de cada uno un
poco;
hágase cocer todo esto a fuego lento, al baño
María, durante dos o tres días, hasta que el
líquido tenga la consistencia necesaria; fíltrese
luego y
guárdese para hacer uso.
Sydenham escribía en 1680:
De
entre todos los
remedios que Dios Todopoderoso le ha dado al hombre
para aliviar sus sufrimientos, no hay ninguno que sea tan universal y
tan eficaz como el opio.
Los alcaloides derivados del opio se dividen en dos grandes grupos
químicos: fenantrenos e isoquinolinas. Los principales
fenantrenos son la morfina, codeína y tebaína.
Las
isoquinolinas no tienen un efecto significativo en el sistema nervioso
central, el principal de ellos es la papaverina, que ha tenido un
amplio uso como vasodilatador. Un dato interesante es que la jeringa
hipodérmica se inventó en 1853 y se
usó por
primera vez para inyectar morfina intravenosa en un paciente.
Los efectos del opio comienzan entre los 15 y los 30 minutos
después de su ingestión o entre los 3 y los 5
minutos
después de ser fumado, y duran entre 4 y 5 horas. En el
cerebro,
los alcaloides del opio ocupan los receptores específicos a
endorfinas que, como ya mencionamos, se producen de forma natural en el
cerebro. Actúan como agonistas uniéndose a las
tres
categorías de receptores de opioides
m,
d
y
k.
Producen muy
diversos efectos incluyendo analgesia, sueño,
constipación y alteraciones cognitivas muy importantes que
forman parte de lo que se ha denominado como “el
viaje”.
32
Los opioides provocan tolerancia y dependencia física y
psíquica.
El uso crónico de morfina produce cambios en el
funcionamiento
en diversas regiones del sistema nervioso. Durante el proceso de
adicción, la producción de segundos mensajeros
del tipo
del
AMP
cíclico y la fosforilación de
varias
proteínas blanco de este mensajero se deprimen severamente.
Posteriormente, durante la abstinencia, el
AMP
cíclico se
dispara muy por arriba de los niveles normales. Estos cambios son
particularmente acentuados en algunas regiones cerebrales como el
locus
ceruleus, relacionado con la
dependencia física y el
desarrollo
del síndrome de abstinencia, y el área tegmental
ventral,
que contribuye a la sensación de recompensa y a las
respuestas
locomotoras determinadas por la droga.
El síndrome de abstinencia puede surgir con 15 y 30 mg
diarios
administrados durante dos o tres meses. Sus síntomas se
presentan entre las 48 y las 72 horas posteriores al retiro de la
droga; se caracterizan por ansiedad, inquietud, irritabilidad,
lagrimeo, dolores articulares, insomnio, transpiración
excesiva,
dilatación de pupilas, escalofrío, diarrea y
calambres
musculares. Estos síntomas duran alrededor de una semana.
33
Según podemos apreciar en el texto de Thomas de Quincey en
este
mismo número de
Elementos,
34
para un buen número de
usuarios del opio éste actúa como un estimulante.
Según la edición de 1911 de la Enciclopedia
Británica:
[...]
si el fumador
efectúa mucho trabajo activo, parece que el
opio no es más pernicioso que el tabaco. Cuando se toma en
exceso, se convierte en un hábito arraigado; pero esto
sucede
principalmente en individuos de poca fuerza de voluntad, que
sucumbirían igualmente ante bebidas intoxicantes, y
prácticamente imbéciles morales, a menudo adictos
a otras
formas de depravación.
Quizá la descripción más acuciosa y
escalofriante
de la adicción a la morfina es la que nos ofrece Mijail
Bulgakov
en su libro
Morfina.
35
En los siguientes párrafos, tomados de
este texto, podemos apreciar la evolución desde el uso
placentero inicial hasta la adicción y la
compulsión
absoluta que produce la droga. En palabras del doctor Poliakov,
personaje principal que se aficiona a la morfina luego de recibirla
como tratamiento para el dolor:
El
primer minuto: una
sensación de que algo roza el cuello. Ese
roce se vuelve cálido y se extiende. En el segundo minuto
una
onda fría atraviesa repentinamente la cavidad estomacal e
inmediatamente después comienza una extraordinaria lucidez
en
las ideas y se produce un estallido de la capacidad de trabajo. Es el
punto más alto de la expresión de la fuerza
espiritual
del hombre. Si yo no estuviera maleado por mi formación de
médico, afirmaría que normalmente el ser humano
sólo puede trabajar después de una
inyección de
morfina. [...]
Ana K. tiene miedo. La tranquilicé diciéndole que
desde
la niñez me he distinguido por una extraordinaria fuerza de
voluntad.
Páginas más adelante leemos:
—¡Déme
las llaves! Y se las arrebaté de las
manos.
Por una pasarela
podrida y temblorosa me dirigí
hacia el blanco
edificio del hospital.
En mi alma
hervía la cólera, sobre todo
porque no tengo
idea de cómo preparar una solución de morfina
para una
inyección subcutánea. ¡Soy
médico, no una
enfermera!
Caminaba y temblaba.
Cuando en la novela han transcurrido tan sólo algunos
día
leemos:
No,
yo, que he
contraído esta terrible enfermedad, advierto a
los médicos para que sean compasivos con sus pacientes. No
es un
“estado depresivo” sino una muerte lenta la que se
apodera
de un morfinómano si se le priva de la morfina, aunque
sólo sea por una o dos horas. El aire pierde consistencia y
se
hace irrespirable... No hay una sola célula del cuerpo que
no
esté ansiosa [...] No desea nada, ni piensa en nada que no
sea
la morfina. ¡Morfina!
Dice luego:
Debo
darle las gracias a
la morfina por haber hecho de mí un
valiente. No me asusta ningún tiroteo. Después de
todo,
¿acaso hay algo que pueda asustar a un hombre que
sólo
piensa en una cosa: en los maravillosos y divinos cristales?
Es muy clara en la descripción de Bulgakov la
transición
habida desde un efecto placentero de la droga hasta una
obsesión, aparentemente controlable. Finalmente, la
búsqueda y uso de la droga constituyen una
compulsión
absoluta en que la droga recibe toda la atención del
individuo.
Esta descripción corresponde bastante bien con el proceso de
adicción descrito en el modelo denominado
I-RISA
por sus siglas
en inglés (
impaired-response
inhibition and salience
attribution), que implica la
participación de regiones
orbitofrontales y alteraciones cognitivas y no sólo de orden
emocional en el proceso adictivo.
36
En la modernidad tiene mucho más importancia la
adicción
a algunos derivados puros del opio que al opio mismo. Tal es el caso de
la adicción a la heroína que es,
quizá, la de
más relevancia por ser una de las drogas de uso recreativo
con
más alto consumo en el mundo y cuyo poder adictivo y
destructividad están bien documentados.
HEROÍNA
De todas las drogas que se consumen hoy en el mundo, la
heroína
es quizá la única que verdaderamente no tiene
ningún uso médico. En el año de 1924
la
producción o posesión de heroína fue
declarada
ilegal en los Estados Unidos. En el año de 1971 cerca de
10-15%
de los soldados americanos en servicio en Vietnam eran adictos a la
heroína. Estamos hablando de que las tropas americanas en
Vietnam tuvieron acceso a la droga a pesar de lo
“estricta”
que históricamente ha sido la institución militar
en su
obediencia a la ley. Una pregunta importante es si la
adicción a
la heroína es un fenómeno fundamentalmente
biológico o existen elementos importantes de tipo social en
la
adicción. En opinión de los expertos se trata en
cierto
sentido de una farsa, probablemente encaminada a fustigar a la familia
y al medio social inmediato, ya que antes de la prohibición
no
existían, o eran contadas y eventuales las adicciones tan
intensas y destructivas como las que observamos hoy. Esto no quiere
decir que no exista un proceso de adicción con importantes
cambios en la actividad de diversos neurotransmisores y segundos
mensajeros en las neuronas del cerebro, sino significa que,
además, hay un componente de tipo social.
El efecto de la heroína aparece rápidamente
después de una dosis única y dura algunas horas.
Luego de
la inyección de heroína se reporta un estado de
euforia
acompañado de rubor de piel (
rush),
boca seca y pesantez en las
extremidades. Siguiendo a esta euforia inicial el usuario entra en un
peculiar “viaje” (
on the
nod), que en este caso
consiste en
estados alternados de despertar y somnolencia. La actividad mental es
nebulosa debido a la intensa depresión del sistema nervioso.
Los
usuarios crónicos presentan problemas vasculares por la
inyección repetida, que en casos extremos llevan a
enfermedad
valvular del corazón, abscesos, etc. Las complicaciones
pulmonares son frecuentes debido a que la heroína ejerce un
efecto depresor de la respiración y a las malas condiciones
generales de salud de los adictos. Con el uso repetido se desarrolla
tolerancia, por lo que los usuarios deben consumir dosis crecientes
para obtener el efecto esperado. Posteriormente se desarrolla el
proceso de adicción severa y, en caso de no tener acceso a
la
droga, se produce un síndrome de abstinencia muy grave que
alcanza su máxima intensidad alrededor de las 48-72 horas de
suspender el uso de la droga y puede durar hasta una semana. La
seriedad de este asunto radica en que, tan sólo en los
Estados
Unidos, se estima que existen alrededor de 250,000 adictos a la
heroína.
La heroína es una droga muy tóxica. Por ejemplo,
se han
reportado casos de leucoencefalopatía tóxica
luego de la
inhalación de heroína. Las manifestaciones
clínicas de esta severa afección, que puede
llevar a la
muerte, se pueden presentar unos días luego del consumo de
heroína. Los hemisferios y pedúnculos cerebelares
y el
tracto piramidal son los más afectados. Se produce una
desmielinización vacuolar que puede aparecer como una
lesión hipodensa en la tomografia cerebral. La
sintomatología está dominada por un
síndrome
cerebeloso. Los síntomas iniciales son dificultades en el
habla
y la marcha; los usuarios de heroína que presenten dichas
alteraciones deben ser atendidos como una emergencia médica.
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La metadona es un opiáceo sintético obtenido
durante la
Segunda Guerra Mundial por los laboratorios alemanes Axis. Y esto
sí que vale la pena hacerlo notar, originalmente fue llamado
Dolofina en honor a Adolfo Hitler. Se utilizaba como
analgésico
en casos de dolor extremo. Después se descubrió
que
obstaculiza los efectos de la heroína durante unas 24 horas.
Actualmente se emplea en casi todo el mundo como
“rehabilitación y tratamiento” para
adictos a los
opiáceos.
CONCLUSIÓN
No cabe duda que la historia de los opioides representa uno de los
casos más singulares de interacción del hombre
con la
naturaleza. Desde el uso primitivo de la amapola como medicamento,
hasta sus usos médicos y, finalmente, a la
prohibición y
a la práctica desaparición de la amapola en el
mundo. En
México existen desde finales del siglo pasado regiones con
importantes cultivos de amapola. Especialmente en el estado de Sinaloa
ha habido grandes sembradíos que alcanzaron a tener una
producción significativa a nivel mundial.
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Al respecto de la
prohibición y sus efectos en México, escribe Luis
Astorga:
A
casi un siglo del
comienzo de la prohibición contra las drogas
que conocemos hoy en día, y a juzgar por los resultados, la
invariabilidad de los fundamentos que la sostienen lleva necesariamente
a su autoperpetuación. El fin mismo de esta llamada guerra
parece ser el mantenerla. Las guerras sin fin no las ganan las
sociedades. Además de los traficantes, quienes han sido
autorizados para combatirlos tampoco están interesados en
que la
guerra se termine: es su razón de ser. Hay que tener sin
duda
una fe de cruzado para continuar una política de fracasos
con
efectos multiplicadores e insistir en ella.[...] Desafortunadamente, la
espiral de la violencia está asegurada, pues la
lógica
misma de la represiva política antidrogas de
inspiración
estadounidense es un callejón sin salida.
Hoy la producción de opio y sus derivados para el mercado
mundial proviene principalmente de medio oriente; aunque la
heroína del mercado americano proviene principalmente de
Colombia y México. En México, diferentes
investigaciones
reportan que la cocaína, la mariguana y los inhalables son
las
substancias de mayor consumo, especialmente entre adolescentes. Se
observa un incremento muy significativo (hasta 75% de incremento en 4
años) en el uso de la cocaína. Entre los adictos,
sólo el 1.4% usa heroína y el 0.3% otros
opiáceos.
36
Como sea, y sin importar de dónde provengan las drogas, la
curiosidad del hombre, aunada a la anomia y la enajenación
–hace ya tanto no se usa esta muy precisa y significativa
palabra– del hombre moderno aseguran un futuro pleno de
fármacos y drogas. Para terminar, bien vale la pena citar a
Thomas Szasz:
En
pocas palabras,
aunque sea verdad que, en cierto sentido, la
cocaína y la heroína son drogas peligrosas, esta
verdad
ha sido tan radicalmente tergiversada por su propio contexto
farmacológico y social que se ha convertido en una gran
mentira.
Afirmo esto porque entre todos los productos químicos
potencialmente peligrosos de nuestro entorno ninguno es más
difícil de evitar que un elemento radioactivo en el aire, el
agua o la tierra; y ninguno es más fácil de
evitar que la
cocaína y la heroína.40
NOTA
*
If we could sniff or
swallow something that would, for five or six
hours each day, abolish our solitude as individuals, atone us with our
fellows in a glowing exaltation of affection and make life in all its
aspects seem not only worth living, but divinely beautiful and
significant, and if this heavenly, world-transfiguring drug were of
such a kind that we could wake up next morning with a clear head and an
undamaged constitution-then, it seems to me, all our problems (and not
merely the one small problem of discovering a novel pleasure) would be
wholly solved and earth would become paradise.
Aldous
Huxley (1894-1963)
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axolotl@siu.buap.mx