John
O'Leary: una visión peculiar
Patricia
Acuña
Castrellón Descargar
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John
O'Leary cruza la frontera de norte a sur para llevar a cabo sus
estudios de Antropología en el año de 1968
viniendo al encuentro de su propio destino que le fija una
profesión distinta a la que inicialmente eligió y
una patria adoptada, en la que ha permanecido por largo tiempo. La
inusual dirección de cruce de fronteras comparada con la
masiva en sentido apuesto, lo liga a una vivencia distinta a la de sus
compatriotas que "visitan" o permanecen brevemente en este territorio y
determina una visión completamente distinta a la de
éstos. Él es el extranjero que adopta nuestra
patria de cierta manera, pero más que eso permanece
alrededor del mágico encuentro que lo atrapa en una forma
definitiva y que le confiere un carácter diverso. No es la
suya la visión del "turista", ni la del extranjero, ni la de
un compatriota; su visión es un poco de todas, es la suya
propia, personal, impregnada del carácter presente en su
obra. John llega y permanece en un reducido espacio territorial y en
éste no sólo desarrolla su vida personal sino su
vida profesional como fotógrafo. No recurre a la
exploración turística del espacio, por el
contrario, se concentra en éste y profundiza en los
mágicos aspectos de la realidad que lo cautiva.
El tiempo de su arribo no le permite renunciar por completo a la
idiosincrasia de su propia cultura, que ya se encuentra arraigada en su
persona, mas no tamiza con la visión del "extranjero" su
experiencia de contacto con una cultura distinta, porque su
visión no es como observador, no es extraña, no
busca escudriñar con ansia de descubrir lo
exótico; más bien retrata lo que toca con su
propia experiencia, desarrolla un contacto, una relación que
lo unen como un personaje (distinto al del contexto, pero no
completamente ajeno a éste).Su relación tampoco
es temporal y efímera, sujeta a un vaivén de ires
y venires, su relación es con su propia comunidad, es
permanentemente sujeta más bien a la complejidad de la
relación humana, porque un “residente”,
cualquiera que sea su nacionalidad y la patria adoptada, adquiere una
categoría distinta, única, en la que convergen
complejos aspectos: ni se es completamente ajeno ni completamente
familiar, se es sí mismo. Es ésta la
característica propia de su trabajo fotográfico;
John no trabaja para una audiencia, ni de aquí ni de
allá, no persigue un modelo que impacte aquí o
más allá de su frontera de elección,
trabaja para sí, en los aspectos de la realidad que le
interesan; la traducción de éstos es subjetiva,
está impregnada de una personalidad a la que atraen
poderosamente los recónditos aspectos de rituales humanos:
la mayordomía, la lucha libre, las pintarrajeadas.
Manifestaciones antropológicas contemporáneas que
encierran más allá de sus formas una actitud, una
posición, la revelación de una postura del hombre
en su contexto, en su propia vida.Se trata, de cierta forma, del mismo
hecho “antropológico” que rodea la vida
de John como fotógrafo, una postura frente a su
cámara, un estándar y la manifestación
franca de la propia visión sin mayores pretensiones. A pesar
de que emerge el uso de procesos de color en el cuerpo de un trabajo
desarrollado fundamentalmente en blanco y negro, no es
antagónico; su línea de trabajo no encuentra
contradicciones, más bien explora el encuentro con un nuevo
contacto, muy contemporáneo y cuyos matices no son
autóctonos, sino revisten un carácter
híbrido, de transculturización, en el que sin
duda vuelven a converger los aspectos personales de una historia propia
ligada a su trabajo.Lo de John es, así, a la Juan
O’Leary, lo que prefiere, lo que le gusta, lo que elije y lo
que forma no sólo su propia visión sino su propia
vida.
Patricia Acuña Castrellón es conservadora de
colecciones y especialista en material fotográfico, BUAP.
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