Cholula:
su herencia es una red de agujeros
Anamaría
Ashwell Descargar
versión PDF
La
historia antigua cholulteca forma parte de la historia mesoamericana;
por otro lado, Mesoamérica –como
término– hace referencia a un periodo aproximado
de dos mil años de desarrollo cultural (entre 600 a.C. y
1521) circunscrito a un vasto territorio que abarca el sur de
México, Belice, Guatemala, partes de Honduras, El Salvador y
Nicaragua.1 Para estudiar el periodo del Clásico cholulteca
contamos únicamente con la información que provee
la arqueología, mientras que para el periodo del
Posclásico existen además varios
códices prehispánicos (entre ellos el Borgia,
probablemente originario de esta región), y las
crónicas de los religiosos que fungieron como testigos,
actores y verdugos en los últimos momentos mesoamericanos.
Estas "fuentes-documentos" nos ofrecen ricos contenidos –un
tanto parciales– a partir de los cuales podemos interpretar
la cosmovisión que rigió a la sociedad cholulteca
mesoamericana; asimismo nos permiten analizar críticamente
algunas características propias de dicha cultura, tales como
su organización política, jerarquía
sacerdotal y la gobernante. Sin embargo, sólo ciertos
aspectos de la sociedad cholulteca mesoamericana se prestan a una
reconstrucción hipotética mientras que los datos
arqueológicos y los de la tradición
histórica requieren ampliarse y vincularse entre
sí. Persiste en los estudios mesoamericanos en general
–y en particular, en el de Cholula– una suerte de
“esquizofrenia
académica” (tal como lo
señaló un historiador), debido a la cual el
ámbito histórico no ha sido sujeto a un cotejo
comparativo con el arqueológico.2 En Cholula, la procedencia
multiétnica de los pueblos que conformaron el antiguo
hueyaltepetl 3 mesoamericano a partir del siglo XII queda constatada
tanto por la información arqueológica como por el
estudio de la Historia Tolteca Chichimeca (HTC) y varias fuentes
coloniales tempranas. Cada grupo étnico asentado en las
inmediaciones de Cholula debió poseer, a su vez, un dios
patrono que designaría la profesión del pueblo,
su identidad cultural y su lengua. La autoridad de los gobernantes
provino, como ha descrito Alfredo López Austin, de la
asociación que se atribuía al gobernante con el
dios patrono. La diversidad étnica propia de la sociedad
cholulteca explica quizá por qué, a la llegada de
los españoles, existían dos jerarcas en Cholula.
Documentos coloniales4 describen un gobierno dual en Cholula, hecho que
los datos arqueológicos tienden a confirmar
también para Teotihuacan.5 Aquiach, quien empleaba como
distintivo un águila, y Tlalchiyach, cuyo símbolo
era un tigre, gobernaban Cholula, según la HTC, al arribo
español en 1519. El Tlalchiyach Tizacozque (poseedor de las
cuentas de tiza) y el Aquiach Amapame (poseedor de banderas de papel)
–según descubre Luis Reyes García al
comentar la HTC– ocuparon cargos supremos en el binomio
dirigente que ya caracterizaba a Cholula antes de la
incursión de los tolteca-chichimeca en el año de
1168. Luis Reyes García, además,
precisó que el Aquiach Amapame debió estar
relacionado con el culto a los númenes de la lluvia puesto
que su imagen en la HTC consta de un glifo quiauitl = lluvia,
así como porque las banderas de papel, según
Sahagún, son un elemento ligado a los dioses de la lluvia.6
En Cholula –al igual que como quizá
ocurrió en Teotihuacan y en otras ciudades
contemporáneas– la composición
multiétnica del hueyaltepetl exigió (posiblemente
desde que se empezó a constituir como una gran
ciudad-estado) una organización política dual.
Entiéndase ésta como dos expresiones
simultáneas de poder (uno gentilicio y otro territorial) que
debía ser capaz de resolver los problemas derivados de la
coexistencia geográfica de pueblos distintos con diversos
dioses tutelares, y de ejercer inmersa en el contexto de un gobierno,
como dice López Austin, a su vez supra-étnico.7
El Aquiach Amapame –quien residía en el
Tlachihualtepetl– sustentó probablemente su
autoridad en su identificación con el dios de la lluvia (la
ancestral y cambiante deidad mesoamericana) y, como consecuencia,
debió fungir como gobernante-sacerdote territorial del
hueyaltepetl cholulteca.8 La identificación de Cholula con
los númenes de la lluvia parece ser, particularmente, el
elemento más antiguo de los cultos religiosos, equiparable a
la vinculación que se efectúa de los mercaderes y
su nobleza –en el Posclásico y según
las crónicas coloniales– con
Ehécatl-Quetzalcoátl. Paul Kirchhoff y Luis Reyes
García proponen que la fiesta llamada tepeíhuitl
(descrita en las crónicas sahagunianas) alude directamente a
Cholula como ciudad sagrada de los dioses de la lluvia y deidad tutelar
de los mercaderes nobles cholultecas. Esta celebración, de
acuerdo con los informantes de Sahagún, se
denominó tepeíhuitl,9 y evidencia la
veneración ancestral de las culturas mesoamericanas por las
montañas debido a que descargan las aguas de las lluvias,
son las fuentes de los manantiales, y contenedores, en su interior, de
las aguas primordiales que sustentan la vida. Incluso los
“cerros hechos a mano” como el Tlachihualtepetl
cholulteca, reproducen y simbolizan los montes donde habitan los dioses
de la lluvia. En sus narraciones, los cronistas indígenas de
Sahagún citaron los nombres de los cerros sagrados
destacando al Popocatépetl e Ixtacíhuatl; pero
más significativamente mencionaron aquellos donde los
mexicas llevaban a cabo sacrificios “a honra de los dioses de
los montes”. De entre ellos, Milnauátl es un cerro
con denominación masculina (el cual no logró ser
ubicado geográficamente por Kirchhoff y sus alumnos), y
existen cuatro femeninos: Tepoxúchitl, Matlacuétl
(ahora llamada Malinche), Xochitecatl y Mayahuel. Tres de estos
últimos circundan Cholula y forman parte de la
orografía de su primigenio altepetl. El cuarto cerro,
Mayahuel (tampoco localizado por Kirchhoff y sus
discípulos), lleva el nombre de la diosa del pulque y
quizás aluda a su culto inmemorial –desarrollado
en el valle poblano tlaxcalteca– que fue ejercido de modo
continuo en los ritos funerarios en el Tlachihualtepetl cholulteca
hasta la llegada de los españoles, según lo
demuestra la arqueología. En el tonalpohualli (el calendario
sagrado de 260 días), Mayahuel es la consorte de
Pahtécatl y transforma con su poder la aguamiel en pulque.
Además, los códices narran que el pulque de los
dioses fue donado a los hombres por la mediación del
tlacuache.10 Como ya lo mencioné con anterioridad, en el
valle Puebla-Tlaxcala se detecta un culto temprano al tejón
(o a un animal similar, quizá un tlacuache), cuyos rituales
vinculados a la tierra y a los ciclos agrícolas parecen ser
muy antiguos en la región.11 Kirchhoff además nota
[...]
que hay muy pocas regiones en México donde los pueblos se
llaman Ometusco u Ometochco; hay dos Ometochco, eso es una
región; la otra región [...] está
cerca de Cholula; son las dos únicas, es decir, son raros
los toponímicos de Ometochtli. En esta región los
dioses del pulque deben haber tenido una importancia especial.12
De la veneración a las divinidades del pulque en Cholula, la
investigación arqueológica
proporcionó, con el tiempo, pruebas concluyentes. Un
entierro ritual del Posclásico Tardío en la
pirámide –con un plato ceremonial–,
ofrece la imagen de un dios del pulque (identificado por su pintura
facial y la forma de la mano enfrente de sus labios);13 este rescate
sustenta, a su vez, la interpretación del Mural de los
Bebedores (muy anterior al entierro y localizado en el edificio 3 del
conjunto de la Plaza de los Altares en el Tlachihualtepetl cholulteca):
representa a hombres y mujeres participando en una ceremonia en la que
la comunicación entre lo humano y lo sagrado se establece a
través del pulque.14 Quizás lo más
importante en torno a la constatación
arqueológica de este culto religioso asociado con el pulque,
en Cholula y el valle circundante, radica en el dato
extraído por Paul Kirchhoff de los documentos coloniales:
las cuentas calendáricas de las deidades del pulque
coinciden con las divinidades que se adoraban en los cerros, hecho por
el cual se piensa que los dioses del pulque fueron considerados como
una subdivisión de los tlaloques o númenes del
agua en el Posclásico mexica.15 Con esta
interpretación de las fuentes y la arqueología,
Cholula pareciera siempre retornar a una primigenia
asociación con ritos agrícolas y pluviales, y sus
habitantes a una cosmovisión sagrada vinculada desde sus
orígenes con las deidades de la lluvia. La HTC revela,
además, que en casi todo el valle al oriente de la
cordillera volcánica, es decir, al oriente de Teotihuacan
(donde las crónicas sahagunianas ubican a los pueblos
olmeca, xicalanca, xoxhteca, quiyahuitzteca y cocolca del
mítico Tamoanchan), existieron poblaciones circundantes a
Cholula, cuyos nombres aluden o los relacionan con el agua. El vocablo
mismo de Cholula confirma dicha idea; Ángel María
Garibay traduce Cholula como “los que huyeron”,
pero otros autores –se cita a Ponce– indican que
Cholula proviene de una palabra mucho más antigua que
quería significar “lugar donde corre el agua o
agua que corre”.16 En la Tira de Peregrinación,
Cholula ostenta un glifo con el símbolo del agua y se
interpreta como “agua que cae”. Otra
versión explica que Cholula quiere decir
“despeñarse el agua”, a partir del
término chololoa. Algunos incluso sostienen que el nombre
Cholula se deriva de una corrupción maya, puesto que al sur
de la península yucateca se halla un Cholul.17 Esta
información llevó a Kirchhoff y a sus
discípulos a proponer una ubicación
geográfica para la mítica Tamoanchan de las
crónicas sahagunianas: se referían
–según ellos– a un valle amplio con
Cholula en su centro, que comprendía Amecameca, Chalco,
Morelos, Huejotzingo y Atlixco.18 El cotejar el cantar mexica
Aquí está un canto que se cantaba cada ocho
años cuando la época de comer tamales de agua19
con las cuentas calendáricas, le permite a Kirchhoff
finalmente vincular al dios patrono de los cholultecas con la lluvia y
los mercaderes. En este cantar, Quetzalcóatl habla de
sí como un mercader oztomeca que reina en Cholula en medio
de una región con agua, humedad y neblina,
entendiéndose este lugar como una alusión al
Tlalocan que los mexicas asociaron con los volcanes. Escribe Kirchhoff:
Cholula es el único lugar del que sabemos en donde
había dentro de un barrio (San Miguel Tianquisnahuac) una
subdivisión que se llamó Oztoman y no
sólo su cercanía a los volcanes, que era la
región que para la gente el altiplano era Tlalocan, sino el
continuo énfasis en cuanto a Cholula: de nubes, de neblina,
de agua, etc. [...] yo he leído todo lo que he encontrado
sobre los pochteca y los oztomeca y lo único que entiendo es
su relación especial, primero con Cholula y posteriormente
con Tlatelolco [...].
La crónica de Gabriel de Rojas (1581), así como
la de Sahagún, narran que en Cholula los gobernantes
provenían de un espacio geográfico
específico cuya denominación aludía a
la profesión de mercaderes: Tinaquiznahuac o
Tinaguiznamanalco (actualmente el barrio de San Miguel
Tianquiznahuac).20 Asimismo, Rojas describe a una divinidad con el
nombre de Chiconauhquiauitl como la deidad patronal de la nobleza de
comerciantes y en general, de toda la ciudad.
Chiconauhquiauitl significa 9 Lluvia y es la designación
calendárica de Ehécatl-Quetzalcóatl.
La asociación entre dioses del pulque, tlaloques, y el
comercio se lleva a cabo así, –en
Cholula– en el culto a
Ehécatl-Quetzalcóatl, dios patrono de la ciudad
en el Posclásico y perdura hasta la llegada de los
españoles. Varias crónicas coloniales
–entre ellas la de fray Diego de Durán
(1570)– confirman que los cholultecas veneraron a
Ehécatl-Quetzalcóatl como dios patrono hasta el
inicio de la conquista de la ciudad por los españoles en
1519. Lo nombran como Quetzalcóatl pero lo describen con
cuerpo de hombre y con los atributos del dios Ehécatl (el
que barre los vientos para traer la lluvia), la primigenia deidad
mesoamericana que se origina posiblemente entre las tradiciones
huastecas y del Golfo. Todo indica, entonces, que los cholultecas
practicaron un antiguo culto a las deidades del agua, con rituales
asociados a los ciclos de la fertilidad agrícola (pulque), y
que desde el Clásico Temprano estos ritos se fundieron y
confundieron con la figura de Ehécatl, el dios del viento y
las lluvias.La HTC sostiene que en el siglo XII, los
tolteca-chichimecas (pueblos nahua parlantes, o por lo menos su
aristocracia lo era) después de dominar Tula, en Hidalgo, se
dirigen a Cholula para conquistarla. Muy probablemente ellos
reintrodujeron el nombre de Quetzalcóatl y su
símbolo (la sierpe con plumas de quetzal), al
título del gobernante cholulteca. Sin embargo, la
cronología tolteca, es decir, la relación entre
la caída de Tula y la emigración de Topiltzin
Quetzalcóatl y sus seguidores requiere estudiarse
aún más.21 H.B. Nicholson advierte que la partida
de Topiltzin Quetzalcóatl debió suceder mucho
antes de la caída de Tula a comienzos del siglo XII. E.
Florescano sostiene, por su parte, que la Tula de Topiltzin
Quetzalcóatl fue Teotihuacan, retrocediendo el momento
fundacional del toltecayotl al Clásico Temprano
teotihuacano, mientras que la HTC habla de un
“regreso” tolteca a Cholollan.22 Sin embargo,
independientemente de la cronología tolteca, se ha atribuido
a los gobernantes-sacerdotes tolteca la promoción
–como lo explicó H.B. Nicholson– del
culto al antiguo dios de la fertilidad y la lluvia (simbolizado como
una sierpe emplumada) y fueron quienes acoplaron su nombre al
título del gobernador en Cholula. Para el
Posclásico cholulteca, entre las culturas del altiplano
mesoamericano, este antiguo culto a los númenes de la lluvia
y la fertilidad se había ya fusionado con el del dios
Ehécatl-Quetzalcóatl.Su asociación
como deidad de mercaderes en Cholula también apunta hacia la
evolución de un estado militarista en dicha ciudad, si la
historia mexica es alguna indicación: “[...] La
guerra fue una acción condicionada por los pochtecatzin,
comerciantes delegados por el Estado para realizar operaciones en el
exterior” entre los mexicas del Posclásico, y no
hay razones para suponer que no existieron las mismas condiciones y la
misma evolución histórica en Cholula.23
CHOLULA COMO MORADA DE SU HISTORIA
La conquista militar española de la ciudad no
sólo derrotó, sometió y
destruyó al reino sagrado indígena, sino que
también evidenció y fomentó la
división entre los diversos tecpan y calpollis que
conformaban la urbe antes de la conquista. El llamado Códice
de Cholula,24 de 1586, así como un documento conocido como
Lienzo de Cuauhtlanzingo (población que en el momento de la
conquista pertenecía a Santiago Mixquitla), describen la
sumisión política y la conversión
religiosa temprana
de los linajes de la nobleza local por los dominadores
españoles.La conquista espiritual25 o la
colonización de las mentalidades26 hizo el resto.
Después de pocos años de sometimiento a patrones
y dioses occidentales, la ciudad indígena se
transformó en una sociedad mestiza en la cual todo lo
relacionado con el mundo anterior (incluyendo el color de la piel), fue
profundamente despreciado. Y castigado.27 La explotación
desmedida, las epidemias mortíferas y el traslado forzoso de
cholultecas para obras y encomiendas de españoles
creó un escenario de sometimiento humillante para la
población indígena. La historia colonial
cholulteca resulta difícil de describir sin considerar la
degradación dramática que sufrieron los valores
del mundo indígena anterior.Cholula tiene desde entonces una
suerte de historia oculta y de ocultaciones. El saqueo y la
destrucción efectuados por los conquistadores
convirtió en ceniza y ruinas casi todo su legado
indígena. La ciudad colonial misma se construyó
derruyendo la arquitectura indígena anterior. Desde el
inicio de la colonia sucedieron, además, cambios
geopolíticos significativos cuyas consecuencias persisten
hasta el presente: parte del hueyaltepetl cholulteca –que en
tiempos prehispánicos abarcó un amplio territorio
y un mosaico de pueblos y lenguas (nahuas, otomíes, chocho y
mixteca-popolocas)– fue dividido, y la parte oriental, la
llanura de Cuetlaxcoapa (que colindaba con poblaciones tributarias de
los mexicas en el momento de la conquista), fue destinada por la Corona
para la construcción
de la ciudad española Puebla de los Ángeles. El
reino indígena de Cholollan fue declarado
República de Indios en 1537 y desde este momento
quedó subordinado y sometido a Puebla, la ciudad
española. El reordenamiento interno de la urbe (que
garantizó la renta tributaria de su población
indígena a la Corona) se estructuró sobre la
traza reticular del zócalo actual y empezó
así la “desindianización” del
casco central urbano de la ciudad. Aunque la ley prohibía el
coasentamiento de españoles e indios,
[...]
una inmigración de españoles marginales en
búsqueda de fortuna fácil [...]
traspasó las fronteras de la jurisdicción india.
Su presencia se resintió en la disputa por el espacio
central de la ciudad. En una actitud de prepotencia se instalaron en
casas deshabitadas propiedad de indios, en contra de su voluntad sin
querer pagar por ello y sin reconocer propietarios[...],
lo que, con el tiempo, significó el despojo por parte de los
españoles de la zona céntrica de la ciudad, y
provocó el desplazamiento de los indígenas hacia
los barrios de origen prehispánico.28 Cholula, en la
actualidad, continúa dividida entre “los del
centro”, quienes según el vulgo ostentan el poder
político y económico, y los diez
“barrios”, guardianes de las
“tradiciones” así como de los agravios y
discriminaciones.Si la ciudad colonial se erigió sobre las
ruinas de la indígena (como explicó John
Paddock), la urbe moderna se montó, con igual furia
destructiva, sobre el legado colonial.29 Es paradójico que
en Cholula se haya mantenido hasta nuestros días, aquello
que se propusieron los conquistadores en 1519: que nadie conociera ni
valorara el pasado.La historia de la ciudad requiere todavía
una investigación puntual respecto a la
participación activa que sacerdotes regulares y seculares
jugaron y juegan –casi sin interrupción y desde el
inicio de la colonia–, en la evolución del
aplastamiento del pasado en la imaginería popular. Sin
embargo, “escasos y efímeros”, como
dicen González-Hermosillo y Luis Reyes García,
han sido los estudios serios que han prentendido corregir
interpretaciones parciales o desentrañar los hilos de la
historia antigua cholulteca. Incluso un trabajo de hace treinta
años de científicos alemanes –en
cooperación internacional y multidisciplinaria con
mexicanos– quedó inconcluso y
prácticamente todo lo que sabemos actualmente respecto al
mundo prehispánico cholulteca proviene de excavaciones de
sólo un edificio: la Gran Pirámide. John Paddock
comenta: “así nunca se llega a conocer a una
ciudad”.
El crecimiento acelerado de la capital del estado, y una
conurbación sin regulaciones en el territorio circundante
amenazan con destruir los últimos reductos
vírgenes de basamentos arqueológicos que
podrían permitirnos conocer las condiciones
específicas del desarrollo histórico de Cholula
entre 500-1000 d.C.: sobre el parcialmente explorado cerro Zapotecas
(con el enorme basamento oval-circular de su juego de pelota), donde
pervivió la población cholulteca el periodo de la
decadencia teotihuacana,30 las actuales autoridades municipales y
estatales promueven hoy la urbanización.31 La
destrucción del legado arquitectónico cholulteca
inculpa a sus ciudadanos y a las autoridades civiles y religiosas, pero
la distorsión, manipulación, e incluso
omisión de su historia, también. Es posible que
sea ya irreversible el hecho de que la herencia cultural y
arquitectónica cholulteca quede oculta o distorsionada: su
historia, de innegable antigüedad, parece convertida en una
red de agujeros, sin remedio alguno.
N OTAS1
Kirchhoff, P. y Margain, C., “La cultura
mesoamericana”, conferencia dictada en 1958, Escritos
selectos, vol. I, UNAM, 2002.2 Florescano, E., Quetzalcóatl
y los mitos fundadores de Mesoamérica, Taurus,
México, 2004.3 Según Molina (1970) altepetl se
traduce como “cerro lleno de agua”. El prefijo huey
se refiere al gran altepetl, es decir, a los múltiples
pueblos que confluyen bajo su dominio.4 Gabriel de Rojas,
Relación de Cholula de 1581 (existen varias ediciones
incluyendo una del ayuntamiento cholulteca de este trienio 93-96). Esta
información se repite en la HTC (1543-45) y en la Historia
de Tlaxcala de Diego Muñoz Camargo (1576-1590).5 Manzanilla,
L., “Organización sociopolítica de
Teotihuacan: lo que los materiales arqueológicos nos dicen o
nos callan”, Memoria de la primera mesa redonda de
Teotihuacan, UNAM, 2002.6 HTC, nota aclaratoria, p. 149.7
López Austin, A. y López Luján, Mitos
y realidad del Zuyua, FCE, 1999.8 La división interna en
cuatro partes de Cholula, según se describe y se deduce de
la HTC, obedecía a una concepción cardinal del
orden cósmico (Este, Oeste, Norte y Sur) e
“influyó, incluso, en la fisonomía de
los grupos sociales y moldeó su estratificación
[...] así también (sobre) el sistema dual de
autoridades bipolares, propios de los estados teocráticos
como militaristas, dimanados de una superficie terrestre dividida en
dos mitades o de las contraposiciones cielo-tierra en permanente
vasocomunicación (el Tlalquiach y el Aquiach, los dos
sacerdotes supremos en Cholula), así como la
complementariedad dialéctica de los opuestos expresada en
términos de masculinidad/feminidad [...]”. Luis
Reyes García y Francisco González Hermosillo, El
Códice de Cholula, ibid., p. 56, nota no. 16.9
Sahagún, B., Capítulo XXXII “De la
Fiesta de los Sacrificios que se hacían en las calendas del
treceno mes, que se decía Tepeíhuitl”,
Historia general de las cosas de la Nueva España, Alianza
Ed., 1988, p. 154.10 Códice Fejérvary-Mayer,
Vondobonensis, Vaticano B, Dresde y Nutal cuentan versiones de este
mito. Ver López Austin, Los mitos del tlacuache, Alianza
Ed., México, 1990.11 García Cook, A.,
“Una secuencia cultural para Tlaxcala”,
Comunicación, Fundación México-Alemana
para la investigación científica, octubre,
1974.12 Escritos selectos, UNAM, 2002, p. 167. Felipe Franco en
Indominia del Estado de Puebla, México, 1946, dice:
“Ometoxtla: una ligera observación de los
componentes de este nombre indica que se formó del nahua
ome, dos; tochtli, conejo y tla, por tlalli, tierra, todo como
sinónimo de lugar; según eso Ome-Toch-tla,
cambiado por el uso de Ometoxtla da el significado de “lugar
de dos conejos”... otra opinión (sería
que la palabra deriva de) otli, camino, metl, maguey, tochtli, conejo y
tla como partícula abundancial, (que se traduce como)
“camino de magueyes donde hay muchos conejos”. San
Gabriel Ometoxtla correspondiente al antiguo municipio de Juan
Crisóstomo Bonilla, de Cholula, es parte de una llanura
donde hay muchos sembradíos de magueyes. En el municipio de
Calpan, parte del antiguo territorio cholulteca
prehispánico, en la falda oriental del
Iztacíhuatl, por donde existe un camino antiguo que conduce
desde la cabeza al volcán Popocatépetl,
también está identificado con este
nombre“.13 Los arqueólogos le identifican con
Macuiltochtlo y con el signo calendárico 5 Conejo. El plato
mortuorio alude al apaztli o lebrillo precioso donde presumiblemente
Quetzalcóatl, según la leyenda de los soles,
sangra su miembro para crear la vida. López Alonso, S.,
Lagunas Rodríguez, Z., Serrano Sánchez, C.,
Costumbres funerarias y sacrificio humano en Cholula
prehispánica, UNAM, 2002.14 Rodríguez Cabrera,
D., “El mural de los bebedores de Cholula, Puebla”,
Arqueología mexicana, vol. X, núm. 59. Ver
también “Los murales perdidos de Cholula,
Puebla” y “La pintura mural de la Gran
Pirámide de Cholula: los secretos del
Tlachicualtépetl”, por el mismo autor, en
Boletín informativo: la pintura mural
prehispánica en México, Instituto de
Investigaciones Estéticas, UNAM, año VII,
núm. 14, junio, 2001.15 Por ejemplo, el signo 5 Conejo
calendárico de Macuiltochtlo del lebrillo mortuorio
encontrado en el entierro en Cholula corresponde a Tezalquallitztli
que, según Sahagún, corresponde
también a la celebración de Tláloc,
Chachiuhtlicue y Quetzalcóatl.16 Cayetano Reyes, Altepetl:
ciudad indígena. Cholula en el siglo XVI, UNAM, tesis
inédita, México, 1976.17 Franco, F., Indominia
geográfica del Estado de Puebla, México, 1946.18
HTC, nota no. 6, p. 137.
19 Garibay, Ángel María, Veinte himnos sacros de
los nahuas, UNAM, 1995, p. 152.
20 Los sitios mencionados en libros de bautizos, en el mapa de Cholula
y en la Suma de Visitas del siglo XVI pertenecientes a San Miguel
Tianquiznahuac son: Calmecac, Cuitlixco, Izcoloco, Oztoman,
Panchimalco, Pochtlan, Tezcauacan y Tollan. HTC, Barrios de Cholula,
mapa no. 6.
21 La fase arqueológica designada como del apogeo tolteca en
Tula, Hidalgo, corresponde a un periodo demasiado breve y demasiado
reciente como para suponer que se trata de la Tollan civilizadora de la
HTC, según lo anotó Paul Kirchhoff. Este periodo
tolteca en Tula, Hidalgo, es de 950-1150 d.C. El lapso entre la
decadencia de Teotihuacan, 600 d.C., y el auge de Tula, Hidalgo,
comprende siglos, cuando precisamente existe un alto desarrollo
cultural en el valle Puebla-Tlaxcala y específicamente en
Cholula.
22 La figura de Topiltzin Quetzalcóatl que provoca la
emigración tolteca chichimeca a Cholula en 1168,
según al HTC, no debe confundirse con al deidad antigua
asociada iconográficamente con la serpiente emplumada:
"[...] la serpiente emplumada, el monstruo celestial relacionado con la
lluvia y al fertilidad en distintas partes de Mesoamérica
desde el Clásico Temprano (especialmente en Teotihuacan) es
mucho más antiguo y anterior al periodo cuando Topiltzin
Quetzalcóatl floreció... los sacerdotes tolteca
bien pudieron haber promovido el culto de este antiguo dios primigenio
del viento y la fertilidad y adoptaron su nombre [...]". Nicholson,
H.B., Topiltzin Quetzalcóatl; once and future lord of the
toltecs. University Press of Colorado, 2001, p. 243. Ver
también Florescano, Enrique, Quetzalcóatl y los
mitos fundadores de Mesoamérica, Ed. Taurus,
México, 2004.
23 Lameiras, J., "El militarismo en Mesoamérica; siglo XVI",
Temas mesoamericanos, CONACULTA, 1996.
“[...] el Lienzo de Cholula, que muchos llaman
Códice de Cholula, pero me parece un poco absurdo”
decía Paul Kirchhoff (Escritos selectos, IID, p. 202) fue
traducido al inglés por Bente B. Simmons, Tesis UDLA, 1962
(existe fotocopia en la biblioteca pública de San Pedro
Cholula). González-Hermosillo A., F. y Reyes
García, L., Códice de Cholula: la
exaltación testimonial de un linaje indio, CONACULTA-INAH,
2002, es la reciente traducción al español de
este documento de 1586 a la primera mitad del siglo XVII rescatado por
Lorenzo Boturini Benaduci en Cholula. El documento original se
encuentra bajo custodia del INAH.25 Ricard, R., La conquista espiritual
de México, Ed. Jus, 1946.26 Gruzinski, S., La
colonización de lo imaginario: sociedades
indígenas y occidentalización en el
México español. Siglos XVI-XVIII, FCE, 1995.27
Ver Castillo Palma, Norma A., Cholula: sociedad mestiza en ciudad
india, UAM-Plaza y Valdés, México, 2001.28
Castillo Palma, N., Cholula: sociedad mestiza en ciudad india, ibid.,
pp. 40, 204.29 Paddock, J., Cholula en Mesoamérica. , ibid.,
p. 60.30 Mountjoy, J. y Petersen, D., Man and land in prehispanic
Cholula, Vanderbilt University, 1973.31
El
gobierno municipal del trienio 2000-2003, con el licenciado Oaxaca
Carrión como presidente municipal de San Pedro Cholula, y el
gobierno estatal del licenciado Melquíades Morales, fueron
los promotores de este desarrollo urbano sobre el cerro Zapotecas que,
hasta la fecha, (mayo de 2004) no provocó ningún
pronunciamiento del INAH regional.
Anamaría Ashwell, abada@mail.gedas.com.mx
|